El culito de Puigdemont
Las películas
americanas nos han contado, con cierto detalle, qué ocurre más allá de la
puerta de la prisión. Cuando llegan los puigdemones, entregan la ropa a cambio
de una especie de pijama que puede ser de rayas, cuadros o de varios colores,
según la última inspiración glamurosa de Instituciones
Penitenciarias.
Al preso le hacen
un reconocimiento médico, le hacen pasar por la ducha y le dan el pijama. Hasta
ahí lo que vemos en la peli. La leyenda dice que los presos, así en términos
generales, son gente necesitada. De comida?
NO. De vestido? NO, el pijama
es suficiente. De bebida? NO. El alcohol está prohibido y nadie
les raciona el agua. De que??... Pues sí!! De
lo que están pensando!!. Esa carencia supone que los poseedores de culitos,
o sea todos los allí residentes, tengan que ir con cuidado, incluso, si el
culito es especialmente mono, pegándolo a la pared.
El Puchi ha sodomizado mucho a todos los
españoles. Mucho. Y ya dice el refrán “El
que a hierro mata a hierro muere”, por eso, el mejor consejo que podemos
dar a Puigdemont es el siguiente: Puigdemont, que no se te caiga el jabón!!!
Haaasta pronto!!
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