Las ventas
Hablamos muy
poco de Alberto Rivera, que, en Cataluña, se llama Albert. Es ese chico
aseado, da gusto verle, siempre peinado y correctamente vestido. El
piensa que es partido bisagra y se ve, dicho por el, y, creo que estaba en
ayunas, en La Moncloa. El Compasivo también, como Pedro Sanchez y, es de suponer, Rajoy. Todos. Vamos a tener que
ampliar La Moncloa para dar cabida a
tanto vencedor. Me estoy desviando.
Albert Rivera, como el PSOE, se ha vendido al mejor postor y, en algunos casos, ese ha sido
el mismo PSOE, que, a su vez, se ha
vendido a Podemos o a alguna de sus
franquicias, plagadas de imputados que no importan. Esas deben de ser, hoy en día, las
consignas: “Quítate que me pongo yo” y “Mis imputados son gloriosos y los tuyos
no”. No se si la gente se está volviendo loca o, de verdad, la EGB hizo tanto daño.
Alberto Rivera, que en Cataluña se llama Albert, y eso nos debería haber dado una pista, podría denominarse "traidor", porque esa es la
palabra que define a quien promete una cosa para obtener votos y hace otra, pero no sólo yo pienso así, Alberto de mis entretelas. Tus votantes
también, para mi gozo, porque siempre mantuve que tenías dos caras y pactarías con el diablo, si te parecía que venía bien a tus intereses. Igual que cambias tu nombre según donde estés.
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