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domingo, 18 de mayo de 2014

Libertad, libertad, sin ira, libertad

Lo de insultar al de al lado, estarán de acuerdo conmigo en que nos viene de fábrica. Seguro que todos ustedes recuerdan haber entrado en una taberna andaluza y oido a dos amigos saludarse: “Pero que es de tu vida, joputa?” Que sería de nosotros si no pudieramos insultar al que nos hace una faena con el coche?  No es de extrañar que a alguno se le escape un improperio por Twitter, sobre todo, si es de un político. Al contrario, le estamos agradecidos, porque así vamos viendo de que pie cojea la peña política aficionada a usarlo. A ver si ahora se van a enfadar los cojos. Twitter solamente es el medio, y conocida es esa máxima de “no matar al mensajero”. A ver si ahora se van a enfadar los mensajeros. La verdad es que algunas expresiones que pueden parecer un insulto, no lo son. Solamente nos permiten constatar un hecho. Por ejemplo, si el tuit es Tony Cantó (UPyD), podemos llamarle tonto, porque sería única y exclusivamente la constatación de un hecho.

Ahora bien, las amenazas no son insultos, y, según como se hagan, pueden estar dando ideas o jaleando al que ya las tuvo, que, a fuerza de leerlas, igual pasa del “que te pego leche” a buscar una 9mm Parabellum. Pero amenazar, por Twitter o por bulerías, ya está incluído en el Código Penal y establece que el delito es más grave si se hace por medios electrónicos, que eso debe ser Twitter. Así que, no se que es lo que dice el Gobierno que hay que modificar en la ley. Lo que habrá es que aplicarla.

Por último, alegrarse de la muerte de alguien, como algunos leoneses  de espíritu grafitero con Isabel Carrasco, es algo que somos libres de sentir y ahí, en lo que sentimos, no puede entrar ni el estado, ni la ley ni nadie. Las buenas formas nos dicen que no debemos expresarlo en público, pero, hasta ahora, no existe ni existirá ley alguna que nos ordene lo que debemos sentir o pensar. Es como poner puertas al campo. A ver si ahora se enfada el campo. Lo que sentimos no lo sabe nadie, por tanto, no es legislable, y, lo que pensamos, señores, esto es una democracia y cada uno puede pensar lo que le venga en gana.

La libertad de pensamiento, palabra, obra y omisión tiene un límite: la libertad de los demás. Un ejemplo, el Obispo del otro día que opinó contra los gays. Aunque se enfaden ustedes, señores gays, el Obispo y cualquiera, puede expresar su opinión, igual de respetable que la de ustedes sobre aquellos que no les apoyan, que, por cierto, consiste en un insulto: homófobo. Libertad, libertad, sin ira, libertad, canción que recomiendo escuchar un par de veces seguidas a los intransigentes, vengan de donde vengan.

Buenos días!!

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