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sábado, 28 de diciembre de 2013

 Lo del Obispo de Segorbe

No suelo reirme de nada que se parezca a la religión porque, en eso, cada cual tiene lo suyo y siempre es respetable, salvo que “lo suyo” implique pegarle un tiro o darle dos tortas al de al lado. Pero hay cosas que no se pueden dejar pasar, Señor Obispo de Segorbe.  Lo ha dicho ayer, así que podríamos pensar que se adelantó en un día a los Inocentes. Cito textualmente: “El matrimonio entre personas del mismo sexo es la base para la destrucción de la familia y tiene entre sus efectos el notable aumento de hijos con graves perturbaciones de su personalidad y la generación de un clima de violencia.” Lo dejo ahí, que tampoco voy a hacerles leer la Pastoral completa.

Vamos que, hasta hoy, los hijos con graves perturbaciones nacidos en familias tradicionales no se de donde venían. Y los climas de violencia generados en familias con padre y madre de los de toda la vida, tampoco se habían visto nunca.

Señor Obispo, tengo una familia tradicional y yo misma soy mujer de las de toda la vida. Hasta hoy, cada uno está conforme con lo que Dios le ha dado, pero estará usted de acuerdo conmigo en que la bondad de una persona, su tranquilidad de espíritu, nada tiene que ver con quien sea su compañero de cama sino con otras cosas menos físicas. Por ejemplo, con la existencia de valores y principios de respeto por los demás y por uno mismo, que están en la Iglesia Católica pero no solamente en ella y que se transmiten, en primer lugar, por la familia, seguida, muy de cerca, por el Colegio. La familia se basa en el amor, la abnegación y la entrega y esos, Señor Obispo, son valores universales que nada tienen que ver con el sexo, no cree?.  Ya verá, ya, como se entere su jefe de que se nos pone usted en ese plan…

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