Pujol y la obra pública
Dice la
exnovia del hijo de Pujol (parezco Susanita la de Mafalda) que la fortuna familiar procede de la obra pública. Ya.
Por eso sabíamos todos que haber, había dinero negro, como las meigas.
Allá por el
4 de Marzo de 2005, cuando el PSC
era algo más que un despojillo, Maragall
le soltaba a Arturo I de Cataluña en
un pleno del Parlament sobre las obras en el Carmelo: “El problema de CiU se llama 3%” a lo que Mas,
replicó: “Usted ha perdido completamente
los papeles” y, además “Ha roto una
regla, que en este Parlament se había respetado siempre, que era el respeto
entre diputados y al Presidente de la Generalitat
y esto algún día pasará factura”. Oiga, ni Rappel, sólo que la factura nos la ha pasado a nosotros, los
españoles que, según Mas, les
robamos.
Pujol, que, por aquel entonces, se encontraba de viaje en Mónaco (les recuerdo que es un paraíso
fiscal, ligero, pero paraíso al fin y al cabo, y, lo apunto, por si la UDEF quiere ir mirando) reaccionó,
leyendo un comunicado en el que se contenían unas cuantas perlas, a saber: “No temo a la comisión de investigación sobre
adjudicación de obras públicas”, “son insinuaciones para que Maragall se quite de encima la presión
por la crisis del Carmelo”. El
colmo llegó cuando Josep Montilla,
por entonces Ministro de Industria,
Comercio y Turismo, con ZP, le puso la guinda: “Nadie ha aportado una prueba, nadie ha hecho una acusación formal”. Se
supone que después de semejante declaración, llamó a quien fuera para contratar
un camión de tierra que volcar sobre el tema, porque…. lo que se dice
investigar, no.
En todas
esas cosas ya estaba Arturo mareando
la perdiz. Arturo, para mayor
vergüenza de si mismo, ha dicho que “Eso
son cosas de la esfera privada de cada uno”. El chiste es bueno. Verás Arturo, de la esfera privada es ver a
la amante de un amigo en el Liceo y, cuando se lo cuentas a tu mujer, ella te
dice, la nuestra es mas mona, pero los dineros negros son de la esfera pública,
no sólo cuando hablamos de Urdangarín
o Cristina.
Eso sí,
tengo la secreta esperanza de que esta confesión, seguida, no sólo de un acto
de contricción, sino de una investigación seria de la Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal, se lleve a Pujol, Pujolitos y alguno Mas allí donde deben estar.
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