Digamos que Cayo Lara y yo no somos lo que se dice
amigos. No le conozco ni tengo en mi agenda conocerle algún día. Mientras entraba y salía de la cocina para
poner la mesa a la hora de comer, he oído que alguien decía: “Estoy hasta los cojones de nosotros”. Ya
se pueden suponer que me he atropellado con mi marido en el marco de la puerta de la cocina,
por volverme -en estado de shock- a comprobar quien había dicho tamaña verdad. Pues
era el. Señor Don Cayo: no puedo estar más de acuerdo con usted.
Los obreros trabajan en la construcción, los diputados y senadores, trabajan en la corrupción, los honrados peleando contra ella y los otros en la corrupción misma. Si usted está hasta los cojones de ustedes, imagínese los que vivimos de trabajar unas 14 horas diarias, de las que Hacienda nos lleva un tercio largo para pagar, entre otros, a los que trabajan en eso de la corrupción. Esa frase contundente y asertiva me ha cautivado. Y por ella le dedicamos hoy, sin que sirva de precedente, el con dos croquetas!!
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