Desde
que Artur Mas ha vuelto al redil, y
hemos visto y oido a Junqueras medio
llorando en una radio y pidiendo -o lo parecía- po favó po favó, una urna, la
actualidad nacional ya no parece la misma. Por eso, se me va la vista a la actualidad
internacional. Dos nombres: Asia Bibi
y Obama, porque el tercero merece un
comentario aparte: El Nobel de la Paz.
Asia Bibi, es una madre de familia Pakistaní que ha sido condenada a muerte por un
tribunal de Lahore. Tiene 5 hijos 5. Su delito: tocó el agua de una fuente de la que beben
su familia y otras familias vecinas más con sus manos, queriendo o sin
querer. En las manos no le pasa nada. No tiene ébola ni ninguna otra enfermedad
contagiosa. Sus manos son impuras y
contaminan el agua porque son las manos de una cristiana. Eso motiva su
condena a muerte. Se espera que el muy diligente en sus protestas, dueño del
perrísimo, escriba una carta a las autoridades pakistaníes defendiendo los
derechos de esta mujer y sus hijos a beber agua, lavarse con ella y cocinar sus
viandas, por muy cristianos que sean. A lo mejor así se ganaba a unos cuantos
perroescépticos como yo.
Lo
de Obama es otra cosa: Hace unos días
se fue a la reunión de la Asamblea de
las Naciones Unidas y salió a cenar con Michelle, su señora. Allá, no es como aquí, que por ser importante
te dan una tarjeta llenita de dinero fresco para pagar caprichos. Así que Obama sacó su Visa Electrón para pagar la cena. Pues quedó fatal, porque se la rechazaron. Como todos, cuando
nos rechazan la tarjeta, puso cara de “pues está a tope” y le dijo a Michelle:
paga tu, maja, no nos vayan a dejar fregando platos tres días. Estas cosas consuelan a los mortales y reconcilian a este hombre, por lo demás,
flojito donde los haya, con el vulgo,
incluyéndome a mi.
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