Los verificadores 2 o La comparecencia
Empieza la película con una
reunión entre un señor llamado Urkullu
y tres de los autodenominados Verificadores.
No está claro si el papel del tal Urkullu
consiste en aconsejar, como si de un
abogado se tratara, amenazar, en el
mas puro estilo buen chico que entrega armas, pero no a la Guardia Civil o pagar los
cafés, que estos tipos vienen con gastos pagados.
Una vez consumidos y pagados
los cafés en un hotel de Madrid, Los verificadores, se dirigen a la
Audiencia Nacional donde parece que
han declarado: 1. Que el rodaje del corto se realizó en Toulouse, localidad gabacha. 2. Que, tras grabar las imágenes -fíjense
bien en las fotos, las armas son de las que se fabricaban cuando Franco- recogieron y se lo llevaron todo a casa. Eso sí, ellos se aseguraron, mucho,
mucho y mucho, de que los chicos prometieran por Snoopy que no las iban a usar más. Como la Pantoja, cuando le quitó la cámara a un periodista y con el dedo índice
enfocando la cara del susodicho le espetó: “no
me vas a grabar mas”. Y con el mismo
efecto, suponemos, ya ven la de veces que, desde entonces, hemos visto a la Pantoja por la tele. Ah! Y han tenido las croquetas
de añadir que “quieren colaborar con la justicia”.
La película termina con un burro volando. Vamos que yo, que no le doy a la drogaina ni al Anís del Mono, estoy a puntito de verlo.
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