Y por fin llegó el día: La Infanta
en el Juzgado
Ya llegó, al Juzgado. El Juez Castro madrugó mucho, pero mucho, mucho
y a las 7 de la mañana, quería aparcar
su moto donde aparcan los furgones de presos. Eso es un privilegio porque si voy yo, no me dejan
aparcar mi moto allí, por estar reservado para los menesteres policiales. A
ver, que le pongan la multa o no
podremos decir que la ley es igual para todos.
Para mi desilusión, Cristina
no bajó la cuesta andando vestida de Valentino, lo que hubiera puesto de color verde envidia a otras asistentes de melena al viento que, sin haber entrado en
el Juzgado, se han acercado a los periodistas para declarar cosas tan, como diría Jesulín, im-prezionantes como que estaban seguras de que no iba a decir nada y bla, bla,
bla. Ha sido un intento, en vano debo decir, de hacer su alegato de conclusiones,
provisionales o definitivas, ante las cámaras. Ayyyyy… ese minuto de gloria...
De momento, no ha trascendido
gran cosa, pero hay algo que sí sabemos: han parado para hacer pipí después de
2 horas y 45 minutos de preguntas. O sea, es humana. No sé yo si eso se lo
puede permitir una Infanta de España…
Los manifestantes, que se fueron hace horas a desayunar y lo han debido juntar con el aperitivo porque no han vuelto, llevaban banderas republicanas. Se imaginan la crucifixión si algún
grupo saliera con banderas de Franco?
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